Mujer: Mano de obra sanitaria gratuita

Los sistemas de creencias son algo que subyace y da forma a nuestro ser más íntimo. Es cierto que no solemos ser demasiado conscientes de muchas de las creencias que conforman nuestra visión del mundo y de la vida, al punto que -en algunas ocasiones- nuestras creencias inconscientes muestran una alarmante incongruencia con las informaciones y/u opiniones que solemos manifestar verbalmente.

En el último mes he tenido ocasión de asistir a diversos eventos internacionales especializados, en los que la mayor parte de los asistentes y, evidentemente de los ponentes, eran reputados especialistas en temas relacionados con la salud y la sociedad. Son algunas de las personas que dirigen y toman decisiones a nivel mundial sobre los ámbitos y temas sobre los que se investiga e invierte, en campos como la salud o la tecnología.

Cabría esperar -llamadme ingenua- que esas reputadas y reconocidas mentes (hombres y mujeres) no sólo se proclamaran pro no-discriminación en razón de sexo, sino que uno de sus pilares inspiradores fuera el trabajar por conseguir una sociedad más equitativa en la asunción de responsabilidades y desempeño de roles.

Pero no, he de decir que constato que no. Que aún queda mucho para que ese deseo se convierta en realidad.

La realidad es que cuando se habla de políticas sociales y sanitarias y entramos en evaluación de costes, se opera un extraño fenómeno. Una especie de «Expediente X». Lo cierto es que esas mentes privilegiadas respiran aliviadas cuando constatan que la mano de obra (rol de cuidador) que las mujeres realizan regularmente de forma altruista con sus familiares (bautizada con el eufemismo «protección social invisible» o «red de apoyo informal») sigue siendo masiva, gratuita, regular y muy buena.

Y lanzan comentarios como éstos:

«¡Menos mal que es así», «Y que dure mucho tiempo», «Si eso no fuera así estaríamos perdidos», «Necesitamos que las mujeres sigan ejerciendo su rol de cuidadoras familiares», «Si las mujeres no se ocupan de las tareas cuidadoras y sanitarias familiares… el sistema sanitario y social no se sostiene»…

Es decir, que si las mujeres no asumiéramos de forma espontánea y altruista el 100% del rol de cuidador en la familia, el modelo actual de sociedad occidental (y especialmente, la asistencia sanitaria) no podría sostenerse. Y lo verbalizan así, tan tranquilos, tan normal y…  ¡Manifiestan su deseo de no-cambio!

¿Cuestionar roles? ¿Concienciar a las mujeres? ¿Educar a los hombres? ¡No! Eso es demasiado arriesgado y lento.

Mejor estimular a las mujeres (publicidad, artículos en revistas femeninas y del corazón, etc.) a que se sientan poderosas en función del número de roles que sean capaces de asumir. No me extraña que desde los medios y desde los poderes económicos se haya fomentado y ensalzado con tanta fuerza el mito de la «superwoman»El sistema social debe seguir contando con batallones de mujeres a las que no sólo les parezca normal, sino que se sientan orgullosas de asumir al 100% el cuidado de sus familiares (parejas, hijos, padres,abuelos …) y el 50% de la carga económica familiar. ¡Y que se maten para conseguirlo!

¿Para qué distribuir responsabilidades en el cuidado de la unidad familiar? o bien, ¿Para qué buscar nuevas formas de organización social que permitan la asistencia sanitaria profesional de nuestros familiares? No.

Eso supondría gastar un montón de recursos y dinero en educar a los hombres para que adquirieran las destrezas y habilidades que requiere ser un buen cuidador (es un oficio que hay que aprender) por un lado, y otra ingente cantidad de recursos a reestructurar su pensamiento y su sistema de creencias, para que quisieran serlo. Lento y costoso, y posiblemente a corto y medio plazo económicamente insostenible para nuestra sociedad.

Y es que, volviendo al principio, discursos y creencias son cosas distintas.

¿Para cuándo una mayor congruencia?

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